Pese a que cada vez es más infrecuente verlo por cuanto hemos avanzado algo en el terreno de la igualdad, continúa siendo una realidad en miles de hogares, muy especialmente en comidas familiares y de celebración.
Los hombres se quedan sentados al acabar el ágape porque se da por hecho que las mujeres que cocinan y sirven la comida, recogerán la mesa al acabar.
También es muy común aun ver como en el caso en el que en una pareja donde ambos trabajan, al llegar a casa, el hombre descansa o se toma su tiempo, mientras ella prepara la cena, baña a los hijos/as y se dedica a ordenarlo todo.
La brecha de género en el hogar perjudica seriamente en todos los sentidos a las mujeres que ejercen una nueva responsabilidad ni remunerada no socialmente apreciada cuando llega a su casa; el cuidado de menores o mayores y las tareas domésticas. La corresponsabilidad de los hombres en estos menesteres es necesario y un reparto equitativo de tareas entre las personas que comparten el hogar lo más justo.