Muy a menudo vivimos con creencias afianzadas gracias a los estereotipos machistas. Los varones ejercen el monopolio de la razón y tienen el derecho a juzgar, desde una posición de superioridad, evidenciando un falso derecho a menospreciar todo aquello atribuible como femenino, y a las mujeres por extensión.
Estas falsas creencias fundamentadas por la sociedad patriarcal establecen una descalificación de las mujeres, su ridiculización y el hecho de restar importancia a cualquier argumento empleado por las mujeres.
La negación de los aspectos positivos de las mujeres, el no reconocimiento de las cualidades de ellas o el uso de comentarios despectivos y repentinos en público para lograr el beneplácito de otros como ellos, son otros ejemplos de como estas actitudes machistas conviven en nuestro día a día.