Acabamos de celebrar el 8M, una efeméride que todos los años nos permite reivindicar la potencia transformadora del feminismo para lograr una sociedad más equitativa y más justa.
El feminismo de hoy le debe mucho al legado de nuestras abuelas y madres, valientes pioneras en un mundo en el que el rol de la mujer estaba condenado a ser secundario en muchos aspectos de la vida. Un legado que hemos intentado enriquecer estas últimas décadas desde el activismo y el compromiso democrático, avanzando en derechos y libertades para todas, de la mano también de muchos hombres que nos han querido acompañar en este camino.
Lee la tribuna completa aquí.