¿Acaso tiene alguien recuerdos de algún evento deportivo en el que un hombre atlético, guapo y con ropa sugerente, entregue trofeos, ramos de flores y se exhiba para el deleite visual de quien contemple el acontecimiento? Pues los cuerpos de las mujeres han sido objeto habitual en algunas entregas de premios de deportes como el ciclismo o el motor.
Imágenes habituales durante décadas en las que nos mostraban a mujeres esbeltas, bellas y exuberantes mostrando carteles en circuitos de carreras de automóviles, ofreciendo ramos de flores o ramilletes a los ganadores de etapas de circuitos ciclistas, o sosteniendo paraguas y parasoles, son un ejemplo más que evidente de la instrumentalización del cuerpo de la mujer, y un ejemplo de machismo real.